Cuando era pequeño, la vida no era como ahora. Todo era mucho más lento. Y me recuerdo, imaginando, imaginando mucho mientras miraba al sol y me prometía a mí mismo, que algún día viviría de él.

Y aquí estoy, mirando atrás, y hablando con aquel niño que fui al que emociono contándole que lo hemos conseguido y agradeciéndole que me haya estado contagiando su ilusión desde aquel día en que empezamos a soñar.

Cuando me inicié en el sector lo hice seducido por una posibilidad y medio obligado a salir adelante cuando nadie quería darme trabajo. Los tornillos que encontraba en la calle se convertirían poco a poco en la base que hoy sostiene a esta empresa. Unos inicios nada fáciles pero emocionantes hasta el punto de querer seguir adelante incluso cuando los que siempre consideré referencias iban abandonando.

Seguramente era mi desconocimiento el capitán del barco que navegaba por aquellas aguas tan bravas que fueron los comienzos, pero poco a poco el desconocimiento fue abriéndose a la experiencia, entonces inocente, ingenua y pequeñita como quien acaba de nacer. Y tuve la gran suerte de equivocarme y de seguir intentándolo hasta que el fracaso se apiadó de mí. Y hasta que la experiencia acabó con ese desconocimiento del que aún conservo la ilusión.

Pero no he llegado hasta aquí solo. Porque llegar hasta donde estamos hoy, 40 años después de haber empezado, significa que aún queriendo nombraros a todos, terminaría olvidándome de alguno que lo merece. Y es que eso es lo más importante, dar las gracias. Porque si he llegado aquí ha sido gracias a cada uno de los que en algún momento de vuestras vidas os habéis topado conmigo. Gracias a los que ya no están, sobre todo a mi padre, quien sembró en mí la semilla de la electrónica; gracias a los que se fueron, por todo lo que me dejaron y sobre todo gracias a los que me siguen acompañando desde hace tanto, entre ellos Miguel y mi familia, los que fielmente me siguen demostrando su lealtad, pero también gracias a todo el equipo SOLENER que han luchado contra corriente en estos tiempos tan inquietos para seguir a flote y navegando al lado de otros más grandes, gracias a quien me prestó para que yo pudiera llegar, a quien me recomienda y me recomendó, gracias a cada cliente que hoy es amigo, gracias a todos, porque no se puede estar más agradecido y porque no se os olvide, mi historia es NUESTRA HISTORIA.

Antonio Vela Vico